Yo tengo poca memoria y los hechos del pasado a veces se me esconden y no sé por dónde encontrarlos. He cumplido 74 años y tendría 12 ó 13 cuando, según mis recuerdos, que ya digo que son pocos, los carnavales eran muy divertidos. Había ambiente de fiesta en las calles, en las casas, en las huertas y hasta en el último rincón del pueblo.
Nosotras: la Encarnita Lafuente, la Isabelilla, la Gloria Pastor, la Cristi, la Salva, la Leo, la Mere del Rojo, la Vicenta... formábamos una pandilla ruidosa como las de los adolescentes de todas las épocas. Queríamos vestirnos de máscaras (en aquellos tiempos no nos disfrazábamos, sino que nos vestíamos de máscaras). El problema era que no sabíamos con qué y cada año íbamos a casa de la Margarita Valera, la madre de Luis, el de doña Dora, a ver si nos dejaba un mantón de Manila, que decían, que tenía. Pero ella, con buen criterio, nunca nos lo prestaba y nos arreglábamos con cualquier cosa y un poco de imaginación, que era como se apañaban casi todos en el pueblo. El disfraz de mejicana era uno de los más socorridos; puede ser porque, por entonces, las relaciones con México eran muy buenas y abundaban las coproducciones hispanomexicanas, que luego se proyectaban en los cines españoles incluido, por supuesto, el de El Picazo. En aquella época teníamos baile y cine los domingos; éramos, sin lugar a dudas, un pueblo privilegiado.
La improvisación era lo mejor porque entraba en juego la creatividad. Superando barreras se encontraban las ocurrencias más dispares e ingeniosas, que nos podamos imaginar. Lo de ahora, comprar disfraces o alquilarlos, no tiene gracia ninguna.
Lo máximo del Carnaval era el baile de máscaras del Domingo de Piñata, que era muy animado y muy ameno; y eso que se celebraba en plena Cuaresma, justo el domingo siguiente al Miércoles de Ceniza. La mayoría llevaba la cara tapada y Felipete con su acordeón, hacía bailar hasta a las piedras. Todo se llenaba de papelillos, serpentinas y gorritos de colores. Recuerdo a las amigas de mi hermana Maritina que, con dieciocho o diecinueve años, se lo pasaban en grande. Estaban, además de la Maritina, la Mere de Pedro, la Nati y la Lila de Moisés, la Jesusa de Eusebio; la María, la Anita y la Jesusa de Justino, la Mari Carmen de Marino, la Clemen, la Tere de Amalio... Hay una foto, que tenía mi hermana con toda aquella panda, en el ambigú del baile, en la que se percibe la atmósfera alegre y desenfadada del Carnaval.
Otro día memorable era el Martes de Harina, que es el martes anterior al Miércoles de Ceniza. Es famoso en todo el mundo como Martes de Carnaval o Martes Gordo. Pero en El Picazo, en los alrededores y en otras muchas partes de España ha sido, y es, el Martes de Harina. Siguiendo la tradición la gente se llenaba los bolsillos de harina y luego se hacían batallas lanzándosela los unos a los otros. Tengo una imagen grabada en la retina que no he olvidado, pues recuerdo a Joselete en la calle, a la altura de la fragua que, sin parar de reír, tiraba puñados de harina a todo el que pasaba. El suelo se teñía de blanco y varias picaceñas y picaceños hacían su entrada en el baile del Martes de Carnaval con sus trajes de máscaras ligeramente blanqueados.
Yo era de la PANDA de Maritina,Clemen,Mere,etc etc,yo soy CHUVIN