Ellas que, después de una larga jornada de trabajo en el campo, tenía que tener la comida preparada antes de que llegase él. Ellas que además de organizar y limpiar la casa, lavar la ropa, ir a la compra, hacer remiendos y arreglar desmadres, tenían que cuidar a más de un churumbel. Ellas que de pequeñas se tuvieron que hacer cargo de sus hermanos y hermanas y que de mayores lo hacen de nuestros abuelos y abuelas. Ellas que nunca se han quejado. Ellas a las que hemos ignorado.

La mujer rural es una de las grandes invisibles de nuestra sociedad, se encuentran en peores condiciones que los hombres del campo y que las mujeres urbanas, por lo que sufre una doble discriminación, por ser mujer y por ser rural.
Y es que han tenido que renunciar a todo para hacerse cargo. Las mujeres rurales han cuidado (y lo siguen haciendo) a pueblos enteros, han sido maestras, médicas, cocineras, hortelanas, sastres, limpiadoras, tenderas, etc. Y para eso han tenido que renunciar: a ir a la escuela, a tener tiempo libre, a viajar, a despreocuparse, a tener errores.
Ellas que, además, son las guardianas de nuestro patrimonio y cultura. Las encargadas de transmitir las canciones, poemas, recetas, refranes, remedios. Las que en mayor medida organizan y participan en las actividades.
Afortunadamente, esta profunda brecha de genero que se daba en nuestros pueblos hace tan solo unas décadas se ha reducido.
Sin embargo, queda mucho por hacer. La mujer rural, que representa aproximadamente al 8% de la población española, sigue dedicando cinco veces más tiempo diario a la realización de tareas domésticas que los hombres rurales y el doble de tiempo a cuidados de la infancia y personas mayores.
El mercado laboral de nuestros pueblos se encuentra masculinizado, un 29,6% de las mujeres se encuentra fuera del mercado laboral frente al 19,5% de los hombres. De estas mujeres inactivas, casi el 65% se dedican a trabajo domestico no remunerado, de los hombres, poco más del 6%. Además, las que trabajan suelen ocupar puestos no cualificados y de carácter administrativo, mientras que ellos lo hacen en los puestos directivos y técnicos. El famoso techo de cristal, que en nuestros pueblos se ve aun más reforzado. (1)
Esto da lugar al llamado éxodo rural femenino, dos de cada tres personas que abandonan los pueblos son mujeres, y lo hacen buscando oportunidades laborales más justas y un futuro mejor para sus hijas. (2)
No olvidemos que estas mujeres lo han sacrificado todo para que nosotras podamos vivir en una sociedad un poco más justa. Y por ellas tenemos que seguir luchando para alcanzar una igualdad real entre hombres y mujeres.

(1) Fuente: Diagnóstico de la igualdad de género en el medio rural. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (2021)
(2) Fuente: La vulnerabilidad social en el contexto de la España despoblada. Cruz Roja Española (2021)
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