Casa-Palacio Montoya Lorca
Construida a comienzos del siglo XVII, era propiedad de Doña Inés de Lorca, hija de Don Diego de Lorca Figueroa, uno de los hombres importantes de Alarcón y alcaide del Castillo, que en 1660 le otorgó el poder para ser la propietaria.
La casa pasó por herencia a su nieta Magdalena, casada con Don Fernando de Montoya, pero éstos se trasladaron a Albacete a finales del siglo XVII, vendiendo la casa a Don Juan Francisco Villanueva y Montoya. El cual la reformó y amplió, adquiriendo solares y casas contiguas, llegando a ocupar la mayor parte de la manzana. Aunque, la vivienda no se construyó en su totalidad, puesto que en una parte de arriba solo permanecía la fachada.
Tres generaciones de Villanueva y Montoya habitaron la casa, siendo la última Doña Juana de Montoya. En 1900 se dividió entre sus herederos y posteriormente se vendió la parte que contenía la fachada, aquí, se instaló un molino harinero que estuvo en funcionamiento durante gran parte del siglo XX. Las habitaciones se sustituyeron por maquinaria pesada para moler y cuando su uso se quedó obsoleto por los avances de la tecnología, las dependencias se usaron como cuadras para la crianza de animales.
En la década de 1990 volvió a sufrir una profunda remodelación para convertirse de nuevo en vivienda, quedando solo de sus inicios la fachada principal, de gran valor histórico.
Está elaborada con mampostería, con sillares en los extremos, y una portada de estilo barroco en el centro. Las jambas y dinteles de la puerta y las ventanas están formados por sillares y los centrales enmarcados por columnas dóricas, mientras que las ventanas de los laterales están protegidas por rejas de hierro forjado. En la parte superior del edificio encontramos el escudo de la familia Montoya Lorca, encuadrado por dos leones.