Como otros días, la tranquilidad reinaba después de comer en el aula infantil existente junto al ambulatorio del pueblo del Picazo. Por ello, sorprendieron unos fuertes lloros escuchados a través de la ventana entreabierta. Su educadora fue a la cuna de Enma pensando que sería por el pañal mojado o una mala postura, pero al acercarse se encontró un pequeño y duro objeto que estaba colocado bajo su espalda y junto al chupete. Al retirarlo, cesó el lloro.
Resultó ser la piedra de “cuarzo” que algunos mayores del colegio encontraron junto al viejo molino y llevaban días limpiando y puliendo (con cepillos especiales, vinagre y lija) con el máximo secreto y discreción. Entre ellos, Emiliana, hermana de Enma y quien cada tarde la llevaba a casa junto a su madre. Se trataba de la piedra preciosa que iba a engarzarse a un anillo para regalo sorpresa a su maestra, quien se jubilaba en meses.
La noche antes, Emiliana la sacó de su estuche para contemplarla y la dejó en el aparador bajo el cual estaban preparadas su mochila y el cochecito de su hermana y sin querer, cayó junto al chupete.
Al mojarse con el pañal de Enma, la educadora la puso a secar colgada de una cinta en la ventana, sin percatarse de que allí dormía al sol el travieso Kaly, un felino anaranjado y muy curioso… Lentamente olisqueó la “novedad”, con la mala suerte de meter la cabeza dentro de la cinta y asustarse al notar el ruido al arrastrarlo.
Kaly salió disparado a esconderse en el viejo chopo del bar de la esquina, pero al haber vecinos cambió de dirección hacia la “Pradera” junto al río, seguido por quienes trataban de recuperar el “cuarzo”.
Allí estaban Ángel, Jorge y su amiga Fadua (venida desde Marruecos con su familia a vivir al pueblo), probando una pequeña balsa de palos construida para sus muñecos y que navegaran por el Júcar.
Al llegar Kaly , algunas ocas comenzaron a graznar fuertemente para alejarle, por lo que saltó al interior de la pequeña balsa asustado, pero sin darse cuenta de que la corriente le alejaba de la orilla, con el “cuarzo” colgado a su cuello…
Quienes estaban en la terraza del bar comenzaron a pedir ayuda , pero nadie se atrevía a meterse al río que iba crecido por las fuertes lluvias y lo frío que estaba. Para sorpresa de todos, Fadua se lanzó al agua y con unas brazadas (gracias a las clases de natación de la piscina municipal), llegó hasta la balsita donde Kaly estaba asustado y acercarle a la orilla, retirando con cuidado el colgante y dejándole alejarse hacia zonas tranquilas donde se pegaría una larga siesta para recuperarse de la aventura.
Finalmente, los mayores recuperaron su cuarzo y pudieron llevarla al joyero para el regalo, siendo la valiente Fadua la protagonista que hizo entrega de la sorpresa a la maestra. Sorprendentemente, ese verano las clases de natación fueron las más concurridas por los niños.
Categoría mayores de 18 años
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